En Polonia el poder pasó, el 25 de septiembre de 2005, de las manos de los neocomunistas a las de la derecha encarnada en los dos hermanos gemelos Kaczynski: Lech es presidente, y Jaroslaw, desde mediados de julio, primer ministro. Su política, ultraliberal en materia económica, conservadora en las costumbres y represiva frente al movimiento social, en menos de un año ya hizo estragos.
¿Cabe concluir, fundándose en los resultados de las últimas elecciones, que la sociedad polaca viró radicalmente a la derecha? Al menos, eso es lo que proclama la derecha gubernamental, como si necesitara convencerse a sí misma.
En las elecciones legislativas del 25 de septiembre de 2005, los partidos que constituyen la actual coalición gubernamental (“Ley y Justicia” –Prawo i Sprawiedliwosc, PiS–; “Autodefensa” –Samoobrona–, y la Liga de Familias Polacas –Liga Polskich Rodzin, LPR–) totalizaron el 45% de los votos. Es mucho, pero el porcentaje de participación –apenas un 40%, el más bajo en una elección legislativa desde 1989– incita a relativizar ese triunfo. Lech Kaczynski fue electo Presidente de la República un mes después, el 23 de octubre de 2005, con sólo el 54% de los votos y más de un 50% de abstención…
El PiS, fuerza política dominante, es una nueva versión de las alianzas entre diversas corrientes de la derecha cristiana nacional, sostenidas por el sindicato Solidaridad (Solidarnosc). Su líder es Jaroslaw Kaczynski, hermano gemelo del Presidente de la República y Primer Ministro desde mediados de julio de 2006. Sus aliados son Samoobrona, el partido populista encabezado por Andrzej Lepper, antiguo líder de los campesinos rebeldes, que oscila entre la derecha y la izquierda, y la LPR, nacionalista y clerical.
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