Un grave conflicto enfrenta a 40.000 profesores y la casi totalidad de las organizaciones sociales al gobernador del Estado de Oaxaca, Ulises Ruiz. Mientras el ministro del Interior amenaza con una intervención armada, la Asamblea Popular y Permanente de Oaxaca llamó a una “insurrección pacífica en todo el país” para el próximo 1 de diciembre. Un anticipo de las dificultades que enfrentará el próximo Presidente.
“Estamos ante la mayor operación militar desde la que se lanzó contra el levantamiento zapatista de 1994. Es un desembarco por aire, tierra y mar.” Este comentario apareció el 3 de octubre pasado en el diario mexicano La Jornada con la firma del periodista Hermann Bellinghausen. Ese día, los comandos especiales de la marina nacional desembarcaron en Huatulco y Salina Cruz, sobre la costa del Pacífico del Estado de Oaxaca, con el apoyo del buque de guerra Usumacinta, 1.500 marineros, 20 helicópteros M-18 y M-17, aviones Hércules y C-212, y varios tanques. Con las fuerzas especiales del ejército y las de la Policía Federal Preventiva (PFP), el dispositivo contó en total con unos 20.000 hombres. Helicópteros y aviones sobrevolaron durante varios días la capital del Estado, la “zona de combate”, el centro histórico, las barricadas, los edificios en poder de los rebeldes. Desde abajo, hombres y mujeres los insultaban a gritos y los amenazaban con el puño.
El gobierno mexicano respondía nuevamente con una demostración de fuerza a un levantamiento popular. Y una vez más la llegada masiva de fuerzas armadas no acallará sin duda a una población rebelada contra un gobernador juzgado represivo, corrupto y elegido de manera fraudulenta en 2005: Ulises Ruiz, afiliado al Partido Revolucionario Institucional (PRI) que controló México durante 71 años.
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