La victoria del socialdemócrata Álvaro Colom en las elecciones presidenciales de noviembre pasado ante el general derechista Otto Pérez Molina vuelve a generar expectativas sobre la posibilidad de que ese castigado país centroamericano logre establecer una paz duradera, consolide instituciones republicanas y avance hacia una inclusión más amplia que permita recomponer el tejido social.
“(…) ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre!” Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente.
Desde el derrocamiento del presidente democrático Jacobo Arbenz, el 27 de junio de 1954, al cabo de un golpe militar que habría sido organizado por la CIA, Guatemala se ha caracterizado por ser una sociedad militarizada, pobre y violentísima, donde la mayoría es ignorada, el Estado está ausente y en la que el conflicto armado interno fue una constante (se estima que costó unas 200.000 vidas); hecho sólo superado con la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, el 29 de diciembre de 1996, entre el gobierno del presidente Álvaro Arzú y la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), uno de cuyos líderes era Rodrigo Asturias (conocido como comandante Gaspar Ilom), hijo del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, junto con Carlos González y los comandantes Rolando Morán y Pablo Monsanto.
Texto completo en la edición impresa del mes de diciembre 2007
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