La nave de los locos

En Estados Unidos las elecciones primarias confirmaron la impopularidad del presidente George W. Bush y las importantes fisuras en el seno de la coalición republicana. Encarnada por Ronald Reagan hace casi 30 años, la integran elementos bastante distintos: abogados del neoliberalismo económico, religiosos ultra reaccionarios y neoconservadores en política exterior. El fiasco de las tropas estadounidenses en Irak, por un lado, la situación peligrosa de la economía, por el otro, pusieron en tela de juicio la alianza entre estas tres tendencias. Respaldado por fundamentalistas, el ex gobernador de Arkansas Mike Huckabee se enfrenta con un establishment aterrado por su proteccionismo. El ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, dos veces divorciado, escandaliza a un sector de los religiosos. Pero es sobre la “guerra contra el terrorismo” que se manifiestan las diferencias entre los intelectuales de derecha… Aun cuando se embarcan en un crucero con sus admiradores.

De pie frente al océano Pacífico, con los pies en el agua, me dejo llevar por la cháchara convencional de los estadounidenses durante las vacaciones. Una amable anciana de Los Ángeles se sienta a mi lado, sobre las rocas. Me habla de su hijo. Le pregunto si sólo tiene uno. “Sí. ¿Y usted? ¿Tiene hijos en Inglaterra?” Respondo negativamente y su cara se ensombrece. “Debería ponerse en marcha, los musulmanes se reproducen como conejos. Muy pronto habrán invadido toda Europa.”

Empiezo a acostumbrarme a ese momento extraño en que la discusión afable entre veraneantes se inclina hacia… no sé bien qué. Me embarqué en un buque de un color blanco brillante donde hay dos restaurantes, cinco bares y 500 lectores del National Review. Aquí, la guerra de Irak es un “éxito notable”. El calentamiento global no existe. Europa se transformará en califato. Y yo no puedo huir.