¿Qué ciencias para qué sociedad?

“(...) los obstáculos a la comprensión, quizás sobre todo cuando se trata de cuestiones sociales, se sitúan menos, tal como lo observa Wittgenstein, del lado del entendimiento que del lado de la voluntad”.

Pierre Bourdieu
Meditaciones pascalianas

“Ya que la democracia es hoy nuestro único horizonte de expectativas, conviene sacar conclusiones”, señala el historiador Gérard Noiriel. Hubiera podido precisar sin embargo que se trata, para usar la expresión oximorónica habitual, de la “democracia de mercado”. Sea lo que fuere, la primera de sus conclusiones sería romper con los adeptos a la crítica social radical “animados por la esperanza de que la ruptura que deseaban introducir en el orden del conocimiento conmocionaría el orden mundial”. Ahora bien, esto es un hecho desde hace mucho tiempo en el campo de las ciencias sociales. Desde comienzos de los años ’80, si no a fines de la década anterior, por ende mucho antes de la caída del Muro de Berlín, pocos eran los investigadores, en las disciplinas en que, de una u otra manera, debían dar cuenta de la evolución en curso del mundo, que aún pensaban en establecer un vínculo entre el pensamiento y la acción, en la perspectiva de un más allá del capitalismo. En resumidas cuentas, sólo se trataba de un retorno a la vocación primera de las ciencias humanas aplicadas al estudio de las sociedades contemporáneas: racionalizar la dominación, en el sentido técnico e ideológico del término. Es decir, volverla más eficaz legitimándola, aunque más no sea haciendo como si no existiera...