En 1958, un año después de la muerte de su autor, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, la editorial italiana Feltrinelli publicaba El gatopardo, una novela destinada a alcanzar una rápida y merecida celebridad. Se trata de un fresco grandioso de la decadencia de un mundo y una clase, la aristocracia siciliana, trazado con tanta lucidez y ambigua nostalgia como para figurar entre las grandes obras de la literatura universal.
De tiempo en tiempo, como para demostrar que, aunque más no sea, la justicia poética existe, la conjunción de minuciosos azares juega a favor de la excelencia artística. Hacia fines de la década de 1950, cuando estaba preparando una colección de libros para Feltrinelli Editore, Giorgio Bassani, el autor de la maravillosa El jardín de los Finzi Contini, recibió de manos de una amiga un manuscrito sin firma alguna a fin de considerar su publicación. A poco de comenzar su lectura supo que se encontraba frente a una obra mayor. Bassani no tardó mucho en averiguar la identidad del autor, fallecido hacía un año atrás, y la novela se publicó en 1958, hace exactamente cincuenta años: El gatopardo, escrita por Giuseppe Maria Fabrizio Salvatore Stefano Tomasi, nacido en 1896 y príncipe de la pequeña isla de Lampedusa, heredada de su padre. De esta manera iniciaba su recorrido una de las obras fundamentales de la narrativa del siglo XX, un libro escrito para todos los tiempos y algunas de cuyas frases han pasado a formar parte del acervo popular a tal punto que se las cita y se las repite ignorando el nombre del autor: difícil imaginar celebridad más contundente...
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