El primer ministro canadiense Stephen Harper recibió, no sin orgullo, al presidente Barack Obama en su primer viaje al exterior, retomando una tradición que George W. Bush no había respetado. Elegido en 2006, el jefe de gobierno canadiense rompió con la tradicional diplomacia “compasiva” de su país. Intenta reposicionar a Canadá, cuya influencia en el tablero mundial ha declinado, por medio de una política exterior agresiva, inscrita en la “guerra contra el terrorismo” que lleva a cabo Estados Unidos, y ha incrementado sustancialmente el presupuesto militar.
El primer ministro conservador canadiense Stephen Harper no perdió el gusto por las disputas partidarias. Reelecto el 14 de octubre de 2008 en comicios legislativos anticipados, quiso imponer inmediatamente un paquete de medidas ultraliberales para responder a la crisis. Dichas medidas generaron tal controversia que la oposición, mayoritaria en el Parlamento, podría pronto votar una moción de censura y provocar la celebración de nuevas elecciones.
Harper lo sabe. Y busca responsabilizar a sus adversarios de este rápido retorno a las urnas. Su llegada al poder en 2006 puso fin a trece años de gobierno del Partido Liberal. Sin embargo, después de dos intentos, sigue sin alcanzar la mayoría parlamentaria. Las nuevas elecciones en 2009 podrían permitirle realizar finalmente la revolución conservadora al estilo canadiense que desea impulsar. El Partido Conservador, reducido la mayoría de las veces a meras apariciones en el gobierno, espera, reforzando su estrategia, lograr finalmente destronar al Partido Liberal que domina la escena política canadiense desde la fundación del país en 1867...
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