El jueves 20 de marzo de 2008, hacia las 21 horas, el jardinero Sabri al-Jarjawi, de 25 años, habitante de la comuna beduina del Néguev Shkeib al-Salam, fue junto a su compañero Ismael Abu Muhareb, de Lakiyé, a la playa más cercana: la de Ashkelon. En el estacionamiento, dos agentes de civil controlaron sus documentos de identidad. “¿Qué hacen ustedes aquí, sucios árabes? ¡Váyanse! ¡Ustedes no tienen derecho a estar aquí!”, les gritaron a los dos jóvenes beduinos.
Sabri, sorprendido, protestó. Uno de los policías le dio una cachetada, y luego lo golpeó con su linterna, mientras el otro policía neutralizaba a Ismael poniéndole las esposas. Entre los dos agentes tiraron al suelo a Sabri antes de darle patadas hasta que perdió el conocimiento.
Al llegar al lugar, los miembros de una patrulla de la policía constataron el estado crítico de Sabri y llamaron una ambulancia. El equipo médico, al descubrir que el joven ya no respiraba y que no tenía pulso, trató de reanimarlo durante veinte minutos, después de lo cual fue llevado al hospital más cercano, el hospital Barzilai, en Ashkelon. Allí, los médicos observaron que su cuerpo presentaba contusiones en la cabeza, la frente, la cara, el pecho, las piernas; fracturas de los huesos de la frente y de la cara así como una doble hemorragia, cerebral y pulmonar...
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