Para entender el origen de la violencia de la Policía Militar (PM) del estado brasileño de Río de Janeiro, el papel que desempeña en ella su curso de formación y la ideología que la sostiene, el periodista brasileño Raphael Gomide rindió el examen público de ingreso y, en 2008, fue admitido como recluta. Así, vivió desde adentro las contradicciones entre un discurso oficial legalista y una práctica salvaje, y compartió el día a día con hombres que, por 450 dólares mensuales, enfrentan la muerte, pero también la causan con demasiada frecuencia.
Desde esta mañana, soy técnicamente policía militar, después de siete meses de selección. El sudor me corre por el rostro y bajo mi camiseta blanca y empapa mis piernas debajo del jean. Hace 33º C, a las 10:45 hs, bajo el duro sol de Río. Junto con otros muchachos, algunos de los cuales tienen casi 30 años y el cabello cortado al ras, estoy allí desde hace más de tres horas. Permanecer parado y en formación militar, en posición “firme” o de “descanso”, constituye la primera prueba para los cuatrocientos cincuenta nuevos reclutas. Seguiremos así, en fila o corriendo, hasta las 14:30 hs. Siete horas bajo el sol, sin alimentarnos. Apenas unas breves pausas para tomar agua...
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