Un renovado boicot amenaza a Israel

La Comisión de Investigación de las Naciones Unidas sobre los crímenes cometidos en la Franja de Gaza durante la intervención israelí de diciembre de 2008 y enero de 2009 entrega sus conclusiones en este mes de septiembre. Pero es dudoso que esas conclusiones terminen en procedimientos judiciales. En consecuencia se multiplican, en el mundo entero, los llamados al boicot, a las sanciones y a las desinversiones, con el fin de obligar al Estado de Israel a respetar el derecho internacional.

Después de estar durante cuatro años casi dormida, la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) llevada a cabo contra Israel vuelve potenciada. Había sido lanzada el 9 de julio de 2005 por un colectivo de asociaciones palestinas, un año después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) hubiera, en una opinión consultiva, declarado ilegal el muro construido en los territorios palestinos ocupados. El objetivo de esta iniciativa era protestar contra la falta de respeto de Tel Aviv a sus obligaciones internacionales.

La última guerra llevada a cabo por el ejército israelí en la Franja de Gaza, del 27 de diciembre de 2008 al 18 de enero de 2009, con el proclamado propósito de destruir el potencial militar del movimiento islamista Hamas y de detener así sus lanzamientos de cohetes sobre la población israelí, contribuyó mucho. Las imágenes difundidas por los medios contribuyeron a forjar la idea de que esta guerra estaba, en realidad, dirigida a aplastar y destruir un pueblo. Las asociaciones de solidaridad con Palestina y también otras muchas organizaciones a través del mundo, se sintieron desde ese momento en la obligación moral de actuar y de suplir las faltas de la “comunidad internacional”. Así nació un vasto movimiento cívico en torno a la causa palestina, utilizando el arma del boicot, que en su momento había contribuido al desmantelamiento de las discriminaciones raciales en Sudáfrica...