Desde el derrocamiento y la expulsión del presidente Manuel Zelaya el pasado 28 de junio, ya hubo en Honduras quince asesinatos políticos y más de un centenar de “desaparecidos”. El régimen ilegítimo y represivo de Roberto Micheletti podría hacer resurgir el espectro de las dictaduras de los años 70 y 80 en América Latina. A pesar de la nueva era anunciada por Barack Obama, esta crisis marca la continuidad de la política exterior de Washington. Prueba de ello son los vínculos militares entre Colombia y Estados Unidos.
Un ejército de trabajadores pobres, machete en mano; gigantescas plantaciones; vías férreas que desembocan en tres puertos –Cortés, Tela, La Ceiba– desde donde las bananas, principal riqueza de Honduras, se embarcan hacia el extranjero. Febrero de 1974: la compañía estadounidense Standard Fruit despide a setecientos trabajadores en represalia por la creación de un impuesto a la exportación de 1 dólar por caja de 40 libras. Abril: el impuesto se reduce a 50 centavos, y luego a 25 centavos. 22 de abril de 1975: el jefe del Estado, general Oswaldo López Arellano, es destituido; había recibido 1.250.000 dólares de otra multinacional, la United Brands –nueva denominación de la tristemente célebre United Fruit–, a cambio de reducir el impuesto.
Otros tiempos. ¿Otras costumbres? En diciembre de 2008, el presidente Manuel Zelaya aumenta el salario mínimo de 126 euros a 202 euros. Conmoción en el seno del directorio de la empresa Chiquita, ¡ex United Brands! La compañía, que produce alrededor de 8 millones de cajas de ananás y 22 millones de cajas de bananas por año, moviliza sus conexiones en Washington, a través de Covington and Burling –un poderoso estudio jurídico que asesora a multinacionales– y hace causa común con el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), también muy descontento...
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