De cara a la próxima elección presidencial, Chile tiene el imperativo de repensar y rediseñar su política exterior, para satisfacer a través de ella muchos de sus objetivos nacionales. En este escenario, es clave considerar cuatro grandes desafíos: el agotamiento de la estrategia de inserción económica internacional; el déficit con los grandes temas de la política exterior; el monopolio presidencial en el manejo de la política exterior; y la actual crisis mundial.
El agotamiento de la estrategia de inserción económica internacional
Desde mediados de la década de los años 70, Chile ha desarrollado una estrategia de inserción internacional basada en la apertura uni, multi y bilateral. Al 2009, el país tiene un arancel parejo de 6%, pero que con el efecto de los Tratados de Libre Comercio (TLCs), en la práctica queda en alrededor del 2%, y abarcan el equivalente al 85% del PIB mundial. Sin lugar a dudas, todo esto ha sido un éxito, pero ya no tiene mucho más que ofrecer. En este plano Chile debe abordar cuatro grandes tareas: Primero, el país debe profundizar los instrumentos actuales, transformando los Acuerdos de Complementación Económica (ACEs) en TLCs, y logrando que todos los que tienen esta condición alcancen el estatus de instrumentos de cuarta generación, con el tan necesario componente de la cooperación estatal y del partnership empresarial...
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