Para tratar de dar una cierta justificación moral al golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende, los servicios secretos de Pinochet y sus socios periodísticos urdieron un fantasioso y siniestro plan, atribuido al gobierno de la Unidad Popular, que contemplaba el asesinato masivo de militares y políticos de la oposición y sus familias. Una gigantesca impostura, pero ninguno de los gobiernos democráticos posteriores se atrevió a investigar en detalle las responsabilidades de quienes la pergeñaron.
Siete días después del golpe del 11 de septiembre de 1973 el diario El Mercurio tituló a ocho columnas: “Ex gobierno marxista preparaba autogolpe”. ¡Aterradora información! Según la revelación, la administración de Salvador Allende habría fomentado un plan de asesinato masivo de militares, dirigentes políticos y periodistas de la oposición, sin olvidar a sus familias. El nombre en código era “plan Z”. “Miles de implicados en siniestra operación”, relataba el artículo firmado por Julio Arroyo Kuhn, un periodista muy cercano a los servicios de información de la Marina. Un mes antes había difundido informaciones falsas que demonizaban a los marinos que se habían reunido con los dirigentes de los partidos de izquierda para denunciar el inminente golpe de Estado...
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