Todo ordenamiento urbano y cualquier reordenamiento territorial traduce una concepción del mundo, una visión ideológica de ese universo que se pretende ordenar.
Fin de un sueño que nunca fue
Chile, año 1987, los cuadros de la futura coalición política conocida como la Concertación se preparan para tomar la conducción del país. Rememoran el país que perdimos con el golpe de Estado, analizan los resultados de las políticas aplicadas por la dictadura y definen el quehacer futuro.
Sus conclusiones animan un proyecto político en donde la participación popular parece jugar un rol primordial. “El ejercicio cotidiano de una democracia real y la apertura de nuevos horizontes, tras la liberación, abrirá una vez más el torrente creativo de iniciativas y soluciones que ha singularizado a nuestro pueblo, cuando, bajo las circunstancias más adversas, ha sabido enfrentar catástrofes naturales, crisis económicas y conflictos sociales, emprendiendo una y mil veces la histórica tarea que conduce a la construcción de una sociedad mejor” (1) así escribían los entonces jóvenes dirigentes de la oposición a la dictadura hoy convertidos, en su gran mayoría, en importantes dirigentes de la coalición que gobernó Chile durante cuatro períodos presidenciales desde 1990 hasta marzo de este año...
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