A menudo, algunos textos “descubren” las simpatías nazis del líder nacionalista y religioso palestino Amin Al-Husseini, fallecido en 1974; a menudo, también los dirigentes israelíes sacan provecho de esas obras para denunciar el antisemitismo congénito de los árabes. Porque el objetivo de esas pseudo-investigaciones históricas es justificar la política de ocupación y de opresión de los palestinos, que deriva en un negacionismo reactivo y emocional.
En los últimos años ha recrudecido espectacularmente la guerra de propaganda que opone Israel a los palestinos y a los árabes, con la activa participación de los partidarios de ambos bandos, tanto en Europa como en Estados Unidos. Esta dimensión particular del conflicto árabe-israelí siempre ha sido crucial para el Estado de Israel: constituido desde su origen en 1948 en una fortaleza enclavada en un ambiente regional hostil, le resulta imperativo cultivar el apoyo de los países occidentales a su causa...
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