Tema recurrente en las portadas de los diarios, el mundo árabe suele ser abordado desde el análisis geopolítico. También se mencionan a menudo los problemas que enfrenta en los ámbitos de la democracia y de la justicia social. En cambio, suele ocultarse el fermento cultural que opera en la región. Sin embargo, esa dinámica define las ideas y los comportamientos de todos. Así, la extensión del uso del velo en Medio Oriente y el Magreb se llevó a cabo sin que mediara decisión política alguna –salvo en Irán y Arabia Saudita–, por la sola presión social. La cultura es sin duda la cuna de los discursos y las prácticas cotidianas.
A lo largo de los dos últimos siglos, los ulemas siempre han desconfiado de las formas modernas de expresión cultural, temerosos de que estas novedades permitieran a la gente servirse de modos no sujetos a la religión para encarar su vida y el mundo. Pero por más que protestaran, la mayoría de las prácticas artísticas y culturales seguían siendo aceptadas. Es cierto que algunas manifestaciones (como por ejemplo la pintura moderna) llevaban la marca de Occidente y no interesaban más que a los efendis (burgueses occidentalizados).
Esta prudente tolerancia daba cuenta de un marco de pensamiento teológico (kalam) en el cual la religión no se limita a la ley religiosa (sharia), sino que alberga además cierto pluralismo. Prácticas literarias y artísticas más o menos profanas (poesía, caligrafía, artes plásticas, música) se consideraban compatibles con la religión, incluso cuando chocaban contra las convenciones. Obras de una formidable diversidad y una creatividad a menudo audaz forman parte integral de nuestra historia...
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