Cuando el Presidente Sebastián Piñera declaró que “sólo los muertos y los santos no tienen conflicto de intereses”, dijo algo cierto. Pero se quedó corto ya que también los muertos y los santos tienen conflictos de intereses. Los primeros, porque las decisiones que tomamos en vida tienen consecuencias insospechadas en el tiempo y pueden beneficiar o perjudicar a las futuras generaciones. Y los segundos, porque hasta los mejor intencionados no se eximen de enfrentar dilemas y tomar decisiones difíciles.
Todas las personas somos inevitablemente morales, porque estamos abiertas en cada paso a distintas posibilidades, y nos vemos obligados a escoger y justificar nuestras opciones, si queremos comportarnos como seres racionales. De esa forma nadie es amoral. Pero podemos ser inmorales si nuestras elecciones transgreden las normas y valores de nuestra conciencia, o al menos, de nuestro entorno social...
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