Inmovilismo en el gobierno

Que el presidente sea multimillonario y que sus huellas aparezcan diseminadas en distintos negocios especulativos no es nuevo. Tampoco que sus ministros-gerentes aún operen como si estuvieran en el gobierno corporativo de cualquier empresa. Pero comienza a notarse que esos vínculos entrampan las políticas gubernamentales, las enredan y a veces producen paralización.

Corto y preciso. En apenas 140 caracteres –los que permite un mensaje de Twiter- José Piñera, ex ministro pinochetista y hermano del actual presidente chileno, dejó al desnudo el conflicto de interés más contingente de las últimas semanas. Mientras centenares de miles de estudiantes mantienen sus movilizaciones por una educación de mejor calidad, el operador de las siete reformas económicas que en los 80 permitieron privatizar empresas, precarizar los empleos y municipalizar las escuelas públicas, escribió que si el actual ministro Joaquín Lavín obtuvo utilidades de la Universidad del Desarrollo, de la que fue uno de sus fundadores, “no debió aceptar ser ministro de Educación”.

Lavín -dos veces candidato presidencial- replicó que antes de asumir el Ministerio de Educación en el gobierno de Sebastián Piñera, se salió del negocio de las universidades privadas. “No tengo ninguna incompatibilidad legal. Yo no sólo me salí de la Universidad del Desarrollo y renuncié a su consejo directivo, sino que antes de asumir como ministro me desprendí de toda participación en cualquier sociedad que directa o indirectamente tuviera cualquier relación con el mundo educacional”, dijo el emblemático dirigente de la UDI, aunque es evidente que mantiene todas sus relaciones sociales y amistosas, además de seguir siendo partidario del lucro, motor del negocio privado en la educación chilena.