En marzo, las calles de Teherán están desiertas. Las vacaciones de Noruz –el año nuevo iraní que anuncia la llegada de la primavera– hicieron huir a los habitantes de este conglomerado de casi 14 millones de habitantes. En el bazar de Tajrish, al norte, un anuncio manuscrito sobre un pedazo de cartón llama la atención: llegó el DVD de Café amargo. Los nuevos episodios de esta comedia están disponibles en toda la ciudad, tanto en los kioscos de diarios como en los almacenes. El popularísimo Mehran Modiri es a la vez su director, productor, coguionista y actor.
Esta serie, desde hace dos décadas presente en las pantallas de televisión, se fue transformando al mismo ritmo que la sociedad. Utiliza un humor ligero, más bien bufón, que nunca traspasa la línea roja de la crítica al régimen. Aunque de tanto en tanto intenta ridiculizar a los conductores de los canales de televisión que viven en el extranjero, el campo político no es su terreno habitual...
Texto completo en la edición impresa del mes de julio 2011
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