La megalópolis bengalí sacó menos provecho del crecimiento económico de la última década que otras ciudades indias como Nueva Delhi o Bombay. Actualmente sus villas miseria siguen absorbiendo el éxodo rural a un ritmo sostenido y su falta de dinamismo obstaculiza el ascenso de la clase media. Esta sensación de relativa decadencia explica la derrota electoral –en mayo pasado– de los comunistas, desgastados tras más de tres décadas en el poder.
El aeropuerto de Calcuta parece vetusto comparado con aquellos, todos de vidrio y acero, construidos en estos últimos años desde Nueva Delhi hasta Bangalore, pasando por Hyderabad, que constituyen los polos de crecimiento de la “Shining India” (“la India que brilla”). “Welcome to the City of joy” (“Bienvenido a la ciudad de la alegría”), proclama un cartel en el hall, en referencia a la novela de Dominique Lapierre. En una entrevista telefónica, Lapierre recuerda que su título quería expresar “el coraje, la resiliencia, el dinamismo” de los habitantes de las villas miseria, cuya dantesca vida cotidiana describe así: “Tal como decía Rabindranath Tagore, la adversidad es grande, pero el hombre es aún más grande”. Un tercio de los 4,5 millones de habitantes de Calcuta (contando toda la zona urbana suman más de 13 millones) viven en slums (villas miseria). Esta proporción asciende al 55% en Bombay, pese a ser el pulmón económico del país...
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