Tres años después de la crisis alimentaria de 2008, el problema del hambre resurge en el cuerno de África. Una de las causas del flagelo es la inversión en tierras a gran escala, para establecer cultivos de subsistencia y energéticos allí donde todavía hay tierra cultivable disponible. La magnitud de este tipo de inversión es inédita. Cuarenta y cinco millones de hectáreas –o sea, diez veces más que el promedio de los últimos años– habrían cambiado de manos en 2009.
Ciertamente es difícil distinguir las inversiones proyectadas de las ya decididas o más o menos acordadas, por la fuerte resistencia de las empresas y los Estados a dar cifras. Incluso el Banco Mundial dice haber tenido gran dificultad para obtener información confiable, al punto de haberse visto obligado a basarse en los datos –muy alarmantes– difundidos por la organización no gubernamental (ONG) Grain, para redactar su informe sobre el tema, publicado en setiembre de 2010.
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