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Foco

El elogio de lo difuso

Lo que el cine dice en el cine es aquello que escapa a la dramaturgia, a la maquinaria; es lo imprevisto, lo vago, lo difuso. Es aquello que el cineasta no intenta mostrar; lo que abandona el cuadro, lo supera, lo desborda. Es el territorio inexplorado de la imagen, lo que ésta capta sin advertirlo. Lo que no está ni en primer ni en segundo plano, sino a lo lejos: los fondos, los cielos, la figuración involuntaria, la naturaleza, el vacío. Esa materia oscura, impalpable, que protege la parte maldita de las películas, su carne profunda, su espesor. Es “ese gran velo de bruma roja” que nos hace ver con el corazón aquello que los ojos no pueden captar. Sin embargo, lo difuso sigue siendo uno de los tabúes más poderosos del cine.

Es concretamente el ejemplo mismo del error profesional grave. Es el plano que debe rehacerse, que cuesta caro a la producción y contraría a los actores. Es, sobre todo, el plano que desmiente la infalibilidad técnica a la que aspira la profesión. Filmar fuera de foco es mostrarse vulnerable. Lo difuso es al cine lo que la apostasía es a la religión. Aceptarlo es renegar de todo. Cuestionarlo todo...

Artículo completo: 214 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de octubre 2011
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Gérard Mordillat

Escritor y cineasta. Última obra publicada: Rouge dans la brume, Calmann-Lévy, París, 2011.

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