En los centros de detención, uno se cruza con todo tipo de caras cortadas, débiles mentales y patovicas, fatigados mentales y drogadictos, bocones incurables y accidentados de la vida. Cualesquiera sean la hora y el lugar, nunca nos decepcionan. Un ambiente de caos trágico. Pero ¿con qué dantesca misión se dieron cita?
Sí, mis vecinos son tipos raros. Por ejemplo “el Sordo”, que estaba encargado de repartir la comida. Hasta que alguien que no lo quería lo cortó en rebanadas iguales a las de la carne al horno que el Sordo nos había servido. En el pasado, el Sordo había sido obrero en una fábrica siderúrgica de las Ardenas, cerca de Chooz. Hasta el día en que la enfermedad se tragó la banda de sonido de su película íntima. Nadie jamás entendió sus explicaciones. Mis vecinos padecen patologías cuyo nombre es imposible retener. Cosas que de verdad afuera no se conocen...
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