Artículo de Camila Vallejo ROMPIENDO LOS MITOS DEL NEOLIBERALISMO en español, francés, alemán e italiano
Luego de seis meses de movilizaciones, extenuantes tomas de liceos y universidades e innumerables paros y marchas, cabe realizar un primer balance de lo realizado. Porque más allá del futuro del actual proceso, en estos meses se han develado un sin fin de profundas contradicciones dentro del sistema político y económico chileno, y se pueden realizar las primeras aproximaciones en torno a lo conseguido y lo aún por conseguir.
El mito de Chile, ese que nos hablaba del crecimiento económico sostenido, de la pobreza en retroceso, de la estabilidad de las instituciones y del país “en vías de desarrollo”, se ha fracturado luego que los estudiantes saliéramos a las calles a exigir reformas estructurales en la educación; y es que si existe algún consenso entre todos quienes hemos sido parte del proceso, es que nuestro país no estaba preparado para afrontar a una de las movilizaciones más importantes que recuerde nuestra historia reciente.
De partida, el consenso tácito de una educación inclusiva y como herramienta de movilidad social, pilar fundamental de la educación en tiempos del neoliberalismo, se vino abajo. El modelo chileno fue durante muchos años ejemplo de una educación “moderna”; una educación que permitía ampliar la cobertura sin perder estándares de calidad y en donde las grandes mayorías podían aspirar a un aumento de su nivel de ingreso; pero lo que no se mencionaba es que el modelo educativo chileno, no era sino un componente más del sistema neoliberal impuesto en Chile hace ya 30 años y que por tanto su desarrollo tenía por objetivo consolidar económica y socialmente a este sistema imperante.
Consolidar económicamente a través del lucro en la educación superior y en la educación básica y media, a través de la fuga de fondos fiscales a la banca privada para cubrir la demanda y a través de todos los mecanismos que impliquen la mercantilización del proceso educativo, pero además de la consolidación económica, el mito de la educación chilena se basa en la justificación social de su existencia. De mostrarse como la única alternativa de movilidad social en un sistema económico excluyente y que no permite la solidaridad.
Durante 30 años, la justificación a las privatizaciones, a la pobreza y a la desigualdad, fue la esperanza del ascenso individual sustentado en el acceso a la educación superior. “Esforzarse para llegar a la universidad, o juntar plata para (…)
Texto completo en la edición impresa del mes de noviembre 2011
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