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Un balance del movimiento estudiantil secundario

Cómo se forja una generación de nuevos revolucionarios

Parecía que los jóvenes en Chile habían sucumbido adoctrinados culturalmente bajo este sistema neoliberal. Pareció en algún momento que el prototipo juvenil era el “no estoy ni ahí” -muy a lo Chino Ríos-, que la mentalidad individualista primó por sobre la ninguneada lógica colectiva, que las revoluciones y los sueños guevaristas eran utopías del pasado manchadas por fracasos socialistas y que el mundo tenía que ser prácticamente estático. Parecía que la dictadura había quedado atrás y que la “democracia” tan anhelada había devuelto la pasividad a estos sujetos históricos, biológicamente propensos a ser revolucionarios.

Lo cierto es que algún cálculo falló. Alguna parte de la tesis de Milton Friedman era errónea, ¿faltó alguien a quien torturar?, ¿no pudieron extirpar de una ráfaga de balazos todos los gérmenes comunistas?, ¿faltó algún libro de Marx por quemar?, ¿ no se pudo bloquear por completo la influencia castrista y latinoamericana?, ¿fue muy temprana la vuelta a la democracia?, ¿que la alegría no vino nunca?, ¿ no pudimos salir del subdesarrollo?, ¿fueron pocos los derechos mapuches violados?, ¿ fue muy evidente el montaje educacional de la Concertación y la derecha en el 2006? o simplemente que ¿nunca se calculó que Chile es altamente dinámico, propenso a tener condiciones objetivas y subjetivas que llevan y llevarán siempre a una revolución?.

No es que esté señalando que estamos viviendo un proceso pre-revolucionario, ni mucho menos el inicio de la revolución proletaria, tampoco una situación política nacional de ingobernabilidad… Aunque por ahí va la cosa. Es que esta coyuntura estudiantil ha dado mucho que hablar en estos más de seis meses de movilización, con marchas multitudinarias, tomas de establecimientos educacionales, jornadas culturales, cortes de ruta, actividades sociales con una creatividad increíble, y tantas otras. Se habló hace muchos meses de cuál es la salida política al conflicto educacional, algo dentro del marco que estábamos acostumbrados a escuchar, ver, y creer de la clase política luego de la vuelta a la democracia. No faltó el político que se refiriera al conflicto dando uno que otro punto de vista fallido, analizando la situación siempre desde un punto de vista táctico y meramente reivindicativo. No faltó el debate sobre unos pesos más o unos pesos menos. También hubo intentos de oportunistas de distinto signo que quisieron apoyar al movimiento intentando visitar los liceos tomados, alardeando de una supuesta preocupación por la integridad física y sicológica de los estudiantes en huelga de hambre, creyendo que esta imagen renovada fuera a repercutir en los estudiantes y que se transformarían en los dueños de otro “perdonazo” histórico de los jóvenes chilenos tal como ocurrió el 2006. Pero esto no fue así y fueron naturalmente expulsados de dichos recintos.

Tanto así, que ni la coalición de gobierno y ninguna oposición tradicional tuvo chances de involucrarse en las bases de este movimiento estudiantil. Lo pedían a gritos y lo siguen pidiendo. Decían a coro: por favor, necesitamos volver a estar arraigados en los movimientos populares; nos dimos cuenta que cometimos errores en el pasado; fue una mala opción privatizar Chile y frenar los movimientos sociales. Una cosa muy cómica y hasta ridícula.

Grandes pasos El movimiento estudiantil ha dado pasos agigantados, ha dado el paso a la transversalidad, ha salido de las lógicas puramente reivindicativas, sectoriales y gremialistas. Y ha (...)

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Gabriel Iturra

Presidente Centro de Estudiantes Liceo Miguel Luis Amunátegui 2010, vocero ACES 2010.

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