La concentración del poder en la capital viene de larga data. Los estallidos de Aysén y antes de Calama, Punta Arenas y otras regiones han desnudado un centralismo que ya no da para más.
Las protestas ciudadanas que han sacudido Aysén despertaron ecos insospechados en el resto de Chile. Arica, Calama, Valdivia, Concepción e Isla de Pascua, son algunos de los lugares en que las demandas de los ayseninos se han sentido también como propias. La “guerra del gas” que vivió Punta Arenas, el verano de 2011, ya mostró que el malestar periférico es mucho más profundo que lo que se había planteado desde Santiago. Las manifestaciones de las regiones han lanzado al ruedo una pregunta que todos los gobiernos, desde el siglo XIX, han intentado escabullir: ¿hay algún país tan centralista como Chile? Se trata de un cuestionamiento incómodo ya que al menos, mirando en el entorno latinoamericano, es obvio que no hay otro país tan poco descentralizado y donde su capital concentre tal grado de poder y recursos. Chile es el “no va más” del centralismo político administrativo de América Latina...
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