Los movimientos sociales protagónicos en el ámbito político y que aspiran a cambios a través de una Asamblea Constituyente capaz de modificar las relaciones de poder, la organización de la sociedad, la distribución de la riqueza, la vida cotidiana y los imaginarios, abriendo horizontes emancipatorios, en el intertanto, necesitan limpiarse de sus sellos patriarcales.
En el escenario de ascendente movilización social ante obscenas desigualdades, crisis de representación política, mercantilismo, recorte de derechos y libertades, ceguera medioambiental, desprestigio institucional, ley antiterrorista y enfoque de género en retirada de las políticas públicas, crece aceleradamente la deuda de nuestra atrófica democracia con las mujeres. El incremento impacta nocivamente sus cuerpos políticos, trabajadores y sexuados, y obstruye el acceso cotidiano a una “vida buena”. Basta poner el foco en la realidad y aparecen las evidencias...
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