Desde hace siglos, infinidad de teorías intentan demostrar la verdadera identidad del dramaturgo inglés William Shakespeare, cuyo origen humilde convierte en un misterio a sus obras maestras. Todas las hipótesis tienen un elemento en común: su elitismo.
Afines del siglo XIX, Orville Owen, un médico de Detroit, termina el aparato en el que ha venido trabajando los últimos meses: dos cilindros anchos dispuestos sobre caballetes de madera, accionados por una manivela. Entre ambos tambores, un lienzo de varios cientos de metros sobre el cual ha dispuesto las obras completas de William Shakespeare, así como las de varios de sus contemporáneos. ¿Su proyecto? Hacer girar la cinta de palabras a una velocidad suficiente como para que aparezca el código secreto que le permita descubrir la verdadera identidad del bardo inglés...
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