Los presos políticos palestinos acaban de lograr, tras una larga huelga de hambre, el fin del aislamiento, la limitación de las detenciones administrativas y un régimen de visitas familiares más flexible. Pero el sistema carcelario israelí sigue siendo un instrumento esencial de control de los palestinos.
Los palestinos los llaman “prisioneros de guerra” (asra) o presos políticos; el Servicio Penitenciario israelí (Shabas), en cambio, “detenidos por razones de seguridad”, una calificación que no corresponde a ninguna realidad legal y que depende de las decisiones del ejército, los servicios de inteligencia (Shin Beth) y la administración penitenciaria. Esta categoría está reservada a los palestinos, tengan o no ciudadanía israelí. Más duras que las reservadas a los demás detenidos, las condiciones de los interrogatorios, de acceso a un abogado y de detención que autoriza son constantemente reconsideradas en función de la situación política y securitaria. Las penas son severas: condena a varias cadenas perpetuas, según el número de muertos israelíes que el acto imputado haya causado directa o indirectamente; ausencia casi total de reducciones o condonaciones de penas...
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