Hubo un giro. Algo cambió después de la marcha estudiantil frustrada del 4 de agosto, cuando la policía “reventó” la convocatoria y los medios pusieron el foco en los desórdenes y la quema de tres buses. En esos días se abrió un escenario -que duró más de dos semanas- en que parecía que el gobierno conseguiría propinar una fuerte derrota al movimiento de los estudiantes. Los ministros de Piñera parecían triunfantes. “¿Hasta cuándo los vamos a soportar?”, vociferaba el vocero.
De paso, los ministros secretario de Gobierno y de Educación insistían que La Moneda ya ha hecho todo lo que podía hacer, enviar siete proyectos de ley y una reforma tributaria para hacer frente a la crisis del modelo educativo. La oposición y los dirigentes estudiantiles estiman que los proyectos de ley enviados por el gobierno son insuficientes para los objetivos de una educación gratuita de calidad, y que el ajuste tributario es una ficción toda vez que favorece a los sectores de mayores ingresos...
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