Filipinas: tierras al mejor postor

Los campesinos no recuerdan haber visto nunca campos de caña de azúcar en la comuna de San Mariano, ni tampoco en el resto de la provincia de Isabela, una región montañosa situada en el centro de la isla de Luzón. A tal punto que fue necesario recurrir al conocimiento de productores provenientes de las islas de Negros y Mindanao (léase recuadro). Hoy, sin embargo, el pálido verde de la caña de azúcar invade poco a poco el paisaje y, a la salida de la ciudad, dominando el río, se observa una fábrica de etanol de Green Future Innovation Inc (GFII).

La empresa propietaria es un joint venture entre la compañía japonesa Itochu y grupos de capitales filipinos y taiwaneses (1). Con 120 millones de dólares de inversión, una capacidad de producción anual anunciada de cincuenta y cuatro millones de litros de etanol y diecinueve megavatios de electricidad provenientes del reciclaje del bagazo (el residuo de la caña), el programa de GFII se presenta como uno de los proyectos de producción de energía renovable más importantes del país.

Fundada en 2007, tras la adopción de la Biofuel Act (diciembre de 2006), la compañía buscaba sacar provecho del mercado abierto por esta ley sobre agrocombustibles que exigía un determinado porcentaje de etanol (5% primero, 10% a partir de 2011) en el combustible de los surtidores. Desde luego, no es la única en esa área. Por ahora, San Carlos Bioenergy Inc, con treinta y seis millones de litros de etanol por año, sigue siendo el primer productor nacional, y Pacific Bio-Field Holding, joint venture entre empresas japonesas y filipinas adquirió, por su parte, cuatrocientas mil hectáreas en la provincia de Ilocos Norte...