Mitt Romney, diplomacia a punta de pistola

Graduado en Harvard y padre de familia: nada en el trayecto de Willard Mitt Romney deja entrever un gusto particular por la destitución de presidentes democráticos o la instalación en el poder de tiranos responsables de la muerte de cientos de miles de personas. Y sin embargo, el uso de estas prácticas es uno de los pilares del modelo de política exterior que, con la mayor indiferencia, propugna el candidato republicano para las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Así como fue criticado en los círculos progresistas por haber liquidado muchas empresas cuando dirigía el fondo de inversión Bain Capital, Romney también merecería serlo por su apología de los verdugos de la democracia.

A menudo se comete un error de juicio a propósito del ex gobernador de Massachusetts: se lo acusa de ser un oportunista sin convicciones reales, a la caza de votos, que improvisa sobre la marcha. Si bien es cierto que muchas veces se ha contradicho respecto de las cuestiones sociales (aborto, cambio climático, seguro de salud, etc.), no ocurre lo mismo con su carrera profesional: ferviente partidario de la ortodoxia neoliberal, Romney nunca vaciló en este punto. La misma persona que en 2011 replicó a un adversario: “Pero querido amigo, ¡las empresas son personas!” nunca dejó de reivindicar, para las multinacionales estadounidenses, la libertad de actuar como mejor les parezca, sin obstáculos y en todo el mundo...