Han pasado cuarenta años y las brasas de la gran tragedia chilena aún no se apagan, atizadas por una demanda social de memoria, reconocimiento y reparación que nunca ha cesado. Ya no se trata del torbellino que exigía a voz en cuello “verdad y justicia” a inicios de 1990. En los últimos trece años se ha avanzado significativamente en el establecimiento de la verdad histórica, se ha logrado un tímido acercamiento a la verdad jurídica y algo se ha logrado en materia de justicia restaurativa.
Es evidente que los condenados han sido pocos, han recibido penas ligeras y en condiciones extremadamente benévolas. Pero lo que más llama la atención es que la enorme mayoría de las sentencias han recaído sobre militares, en cuanto autores materiales de crímenes atroces, que además se destacaron por la crueldad y ensañamiento con que actuaron. Pero han quedado fuera de foco los civiles, tanto los coautores materiales, pero sobre todo los autores intelectuales de la masacre. Este asunto pone de relieve la necesidad de seguir esclareciendo la arquitectónica del horror, hasta configurar una tipología de los civiles que participaron en las violaciones a los derechos humanos en Chile, que debería abarcar las siguientes distinciones.
1. Autores materiales que ejecutaron directamente los crímenes. Las investigaciones han señalado a civiles que actuaron individualmente, como el torturador Osvaldo Romo Mena, pero también a bandas civiles armadas, especialmente en zonas rurales como en el caso de Paine, en el complejo madero Neltume, y más generalizadamente en el territorio mapuche, donde los latifundistas organizaron directamente la represión...
Texto completo en la edición impresa del mes de abril 2013
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl