Desde hace años, Nápoles muestra dos caras: capital cultural del pasado obrero-comunista y ciudad de la camorra. La crisis económica que atraviesa Italia ha hecho de la precariedad y de la economía informal el “premio” de numerosos habitantes. ¿Anticipo de lo que podría suceder en el resto de Europa?
Según la leyenda, Osso, Mastrosso y Carcagnosso, caballeros de Toledo afiliados a la logia masónica La Garduña, en 1400 se refugiaron en una pequeña isla del archipiélago de las Egadas, donde fundaron las tres mafias: la siciliana Cosa Nostra, la ‘Ndrangheta calabresa y la Camorra napolitana. Una tríada con la cual, desde entonces, el sur de Italia no termina de ajustar sus cuentas.
Entonces, es de imaginar el estupor de la intelligentsia napolitana al advertir que la obra de arte que representa un hombre a caballo, encargada al escultor sudafricano William Kentridge y expuesta a la salida de la nueva estación del metro Toledo, en pleno centro de la ciudad, se titula El Caballero de Toledo, antiguamente llamado Carcagnosso, fundador de la Camorra, ese anti-Estado que el consejo municipal rosso-arancione, conducido por el ex magistrado Luigi De Magistris, piensa erradicar...
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