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Utopía que podría hacerse realidad

Un ingreso básico asegurado para todos

“Tendrás el pan sin el sudor de tu frente.”
Tal podría ser el lema de la propuesta de garantizar un ingreso básico incondicional para todos. Una idea que se abre camino. Inventar otra manera de vivir, otras relaciones sociales.

Trabajamos, y gracias a ese trabajo, recibimos dinero. Esta lógica está tan arraigada en las mentes que sugerir un cambio profundo en el orden de las cosas invariablemente suscita dudas sobre nuestra salud mental. La perspectiva de instaurar un ingreso incondicional, es decir, pagar a cada persona una suma mensual suficiente para permitirle vivir, independientemente de su actividad asalariada, aparece como una aberración. Todavía estamos persuadidos de tener que arrancarle a una naturaleza árida e ingrata los medios para nuestra subsistencia individual; ahora bien, la realidad es muy diferente.

Becas estudiantiles, licencias parentales, jubilaciones, asignaciones por hijos, subsidios por desempleo, régimen francés de temporarios del espectáculo, mínimos sociales: otras tantas prestaciones que tienen en común disociar ingreso y trabajo. Por más insuficientes, por más cuestionados que puedan ser todos estos dispositivos, muestran que si el ingreso garantizado es una utopía, es una utopía que “ya está aquí”. En Alemania, el ingreso de la población proviene del salario directo sólo en un 41%, señalan Daniel Häni y Enno Schmidt en su filme Le Revenu de base (2008). En 2005, en Francia dependía en un 30% de la redistribución (distintas subvenciones): “A pesar de todos los discursos ideológicos, a pesar de la liquidación del Estado de Bienestar, vilipendiado por los neoliberales, la parte de las retenciones obligatorias creció inexorablemente durante las presidencias de Mitterrand, Chirac y Sarkozy”. Y no sería muy difícil desplazar todavía más el cursor para hacer que cada persona esté a resguardo de las necesidades...

Artículo completo: 308 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de junio 2013
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Mona Chollet

De la Redacción de Le Monde diplomatique, París.

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