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Falsa oposición entre estética y compromiso

Arte y política: la acción, hermana del sueño

Muchas veces se ha señalado que el arte comprometido traiciona la causa... del arte. Es verdad que hay ejemplos destructivos de creaciones sometidas a dogmas oficiales, sin embargo las opciones estéticas siempre se inscriben -aunque se lo niegue- en un conjunto de valores políticos.

En nuestras democracias ilustradas, los políticos ya casi no hablan de arte. En el programa de François Hollande para las elecciones presidenciales de 2012, la palabra “arte” estaba ausente de los sesenta “compromisos” propuestos: apenas si aparecía un “plan nacional de educación artística”. En el proyecto de su rival, Nicolas Sarkozy, el término no aparecía ni una sola vez. No sorprende: en el discurso de las “elites”, la “cultura” reemplazó al “arte”. Sin embargo, eso de la cultura sigue siendo un poco difuso: nadie sabe exactamente de qué se trata y todo está mezclado. Pero para los políticos que están en el poder desde hace varias décadas, el reto en el área sigue siendo la “democratización” del acceso a esa famosa cultura, que se supone debe reforzar el tejido social. Curiosa manera de convertir el arte en simple factor de integración y pervertir un área que durante tanto tiempo fue tan ardiente.

Durante casi dos siglos, mientras se afirmaba la cuestión social, compitieron dos concepciones del papel del arte: ¿alimento para el alma o herramienta para la transformación de la situación real de las personas? ¿Obras para los iluminados o arte para el pueblo? Gran pregunta que no puede borrar el abracadabra del “deber de cultura” y el “derecho a la cultura para cada uno de nuestros ciudadanos”. Pregunta fundamental que hoy parece reactivarse, mientras vuelven a surgir nuevos conflictos políticos y sociales...

Artículo completo: 295 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de septiembre 2013
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Evelyne Pieiller

De la Redacción de Le Monde diplomatique, París.

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