La celebración del Foro Mundial “Convergencias – Hacia un mundo sostenible y equitativo” en el palacio Brongniart, en París, del 17 al 19 de septiembre de 2013, brinda la oportunidad de examinar uno de los dispositivos-estrella puesto en práctica para responder a las contradicciones del capitalismo: las microfinanzas. El otorgamiento de préstamos y la puesta a disposición de herramientas de ahorro o seguro permitirían a los más pobres crear empresas capaces de superar su pobreza. Con tasas extraordinarias (del 30% por año e incluso más), tanto individuos como grupos de personas sin garantía podrían proveerse de medios para desarrollar una actividad artesanal o comercial susceptible de sacarlos del pozo. Una trapera de Andhra Pradesh, en India, prosperó porque pudo comprar una carretilla; un viudo de los suburbios de Ulan-Bator, en Mongolia, multiplicó por más de siete su ganado en menos de diez años, y la venta de la leche de sus cuarenta y cinco vacas le permite mantener a su familia… Las instituciones de microcrédito no escatiman las anécdotas edificantes.
Al permitir, a través de acciones paliativas, el consentimiento del mundo tal como es, las microfinanazas cuentan con una considerable cantidad de seguidores, en especial entre los políticos, patrones, filántropos y en el seno de asociaciones de lucha contra la pobreza. El empresariado como principio, el mercado como base, el capitalismo “equitativo y duradero” como objetivo: tal es su credo, encarnado por Muhammad Yunus, fundador del banco de microcrédito Grameen y Premio Nobel de la Paz en 2006...
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