El mayor desafío histórico de estos cuarenta años del comienzo de la dictadura militar en Chile, es apreciar la figura de Salvador Allende. Advertir la complejidad de su vivir y de su convivir en la sociedad chilena y sudamericana del siglo XX.
Comprendiéndolo a él, podremos comprender el sentido y la trascendencia de un siglo pasado que sigue hablándonos, acuciándonos. Es indispensable acercarnos a los alcances éticos de la experiencia histórica de Salvador Allende. Esta es una aproximación que nos concierne a todos, sin exclusión, a moros y cristianos. Salvador Allende representa un camino que indaga las características de la convivencia, lograda o malograda, de todos quienes habitamos desde hace siglos en Chile.
Gabriela Mistral afirmó en 1952 que Salvador Allende era un excelente candidato a la presidencia de Chile. No tenía chance alguna, pero su prestigio moral lo hacía singularmente atractivo. Pero el elegido, y categóricamente temido por Gabriela Mistral, fue en esa partida Carlos Ibáñez, el militar y ex dictador. “El asunto Ibáñez, vida mía, me ha hecho una impresión horrible. (…) Comunica a quien sea necesario que vamos rectamente hacia un fascismo militar y civil” (Gabriela Mistral, Niña errante. Cartas a Doris Dana, Santiago: Lumen, 2009, 313)...
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