El mayor aporte del movimiento estudiantil es haber mostrado el camino para la desprivatización de la política, luego de que por más de 20 años la capacidad de pensar y proyectar una sociedad fuera secuestrada por el binominalismo.
Reivindicando la movilización y el debate, las demandas de los estudiantes irrumpieron en la agenda pública e hicieron discutir a un país entero respecto a la necesidad de que el Estado se hiciera responsable de la educación, entendiendo ésta como un derecho antes que una mercancía, como un bien público de retorno social antes que un bien privado de retorno individual.
Hoy, la coyuntura exige un segundo esfuerzo a los estudiantes, la lucha para que los triunfos logrados en las movilizaciones se concreten en un modelo educativo que represente nuestras demandas. Es decir, no ser sólo una fuerza que interpele, sino también una fuerza creadora. El debate que se viene en los próximos meses será central para ese proceso. De cómo nos posicionemos dependerá gran parte del resultado que se obtenga…
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