El nuevo gobierno asumió con la promesa transformada en mandato de tres grandes “reformas de fondo”, como fueron llamadas en el programa de la Nueva Mayoría que se mantiene como documento maestro: Reforma Educacional, Reforma Tributaria y Nueva Constitución. Hay que sumarle a lo anterior, que también se incursionará en el sistema privado de salud (Isapres) y en el de pensiones (AFPs). Aun cuando se ha omitido la nacionalización de recursos naturales, vistas estas reformas en conjunto, serán cambios de gran alcance y profundidad y por lo mismo, todo aconseja realizarlos con gradualidad, despacito por las piedras, porque piedras hay y muchas. Y vistas en conjunto, es evidente también, que no podrían ser llevadas a cabo sin tomar un curso que revierta la demoledora política de encogimiento del Estado que, aplicada con fundamentalismo extremo durante los pasados 40 años, ha impuesto en todas las áreas un sentido de mercantilización desquiciante.
El imprescindible rol del Estado para construir y mantener una sociedad justa y para guiar al país hacia un desarrollo sólido, sustentable e inclusivo, se pone en evidencia cada día, pero mucho más aún en ocasiones tan dramáticas y dolorosas como los enormes incendios ocurridos en Valparaíso: territorialidad, urbanismo, servicios básicos, y muchos otros elementos en flagrante ausencia, que no serán jamás resueltos sino que solo empeorados por el mercado…
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