¿Por qué se oponen a la reforma tributaria?

Uno de los dogmas fundamentales de la doctrina neoliberal (basada en la fe en los mercados) es su rechazo a los impuestos por sí mismos, no sólo por razones de utilidad, o por su carácter o por su cuantía. El ejemplo más evidente lo ha dado el Tea Party en Estados Unidos, al manipular la consigna soberanista y democrática del siglo XVIII No taxation without representation (no puede haber tributos sin representación) para reducirla a un No taxation total, sin adjetivos ni contextos. Esta adhesión dogmática a una creencia incuestionable, que se funda en la adhesión ciega, explica buena parte de las dificultades que enfrenta el debate tributario en este momento en Chile.

El drama radica en que un sector extremadamente minoritario, pero arrolladoramente poderoso, compuesto por grandes grupos empresariales y financieros, ha decidido negarse a debatir la mera posibilidad de cambiar la estructura impositiva. Los argumentos que ilustran la necesidad de cambios en esta materia ya han llenado las bibliotecas durante los últimos quince años. Chile no puede financiar un Estado en el siglo XXI con un sistema tributario del siglo XIX. La fundamentación del proyecto de ley lo deja en claro al decir: “La estructura de nuestra carga tributaria, la evasión y la elusión, hacen que nuestro sistema tributario no contribuya a mejorar la distribución del ingreso” debido entre otras causas a exenciones, como el FUT, que “le ha costado en promedio al Fisco un 1.77% del PIB anual durante el período 2009-2013”…