Cinco años después de haber aplastado la guerrilla de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE), el ejército y el gobierno de Sri Lanka han comenzado a rehabilitar las zonas de los combates. Pero el país sigue dividido entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil, y el resentimiento está latente.
Recuperada por el ejército gubernamental en enero de 2009, la ciudad de Kilinochchi, al norte de Sri Lanka, fue durante más de veinte años la “capital” de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (en inglés, Liberation Tigers of Tamil Eelam, LTTE). La guerrilla independentista la había transformado en vidriera de su proto Estado, con “ministerios” que enarbolaban en su fachada un tigre rugiendo e incluso “policías” que voceaban los excesos de velocidad. Pero esta fachada de normalidad no lograba hacer que los pocos visitantes olvidaran el culto de la personalidad hacia el jefe de los Tigres, Velupillai Prabhakaran, asesinado en uno de los últimos combates de mayo de 2009, ni el gran porcentaje de niños soldados entre las filas de los “liberadores”.
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