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Un viejo debate siempre presente

La prostitución ¿es emancipadora?

Como señala la periodista sueca Kajsa Ekis Ekman, el discurso a favor de la legalización de la prostitución tiene en reserva un argumento para cada corriente de opinión. A los socialistas, se les dice que la prostituta es “una trabajadora que se organizará en un sindicato”. A los liberales, “se les asegura que es un tema de libertad de decisión y que la prostituta no es más que una empresaria del sexo”. A las feministas, se les dice que las mujeres deben tener la posibilidad de “disponer de su cuerpo”. “Mi cuerpo me pertenece”: ese eslogan adquiere hoy un sentido muy distinto al que asumía en las manifestaciones de los años 70. En febrero de 2014, en protesta contra el cuestionamiento del derecho al aborto, cientos de españolas fueron al registro comercial de bienes muebles de su ciudad a registrar su cuerpo como propiedad privada. Mientras que antes, el cuerpo se reivindicaba como un ámbito de libertad, en este caso se lo reduce a un bien mueble que puede eventualmente generar ganancias en un mercado.

Ekman habla de un “pacto de silencio” en torno a la prostitución, sellado entre “la izquierda posmoderna y la derecha neoliberal” (1). A partir de la misma constatación, la feminista estadounidense Katha Pollitt, hastiada de oír hablar de “libertad” en relación a este tema, objeta: “¿Y la igualdad? Yo creía que también era eso, la izquierda …”

Artículo completo: 243 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de septiembre 2014
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Mona Chollet

Jefa de edición de Le Monde diplomatique, París.

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