Salvataje del lago Chad

Raro recurso de agua para una cuenca de treinta millones de habitantes en el corazón del Sahel, el lago Chad desaparece bajo la presión de los ribereños y el avance del desierto. Una revitalización se vuelve indispensable, tanto más cuanto que favorecería la paz en una región inestable. De donde se desprende el lanzamiento de un programa que mezcla protección de los ecosistemas, desarrollo económico y preocupaciones por la seguridad.

El lago Chad se encuentra en el corazón de una región de África Central caracterizada por una desertificación galopante y un crecimiento demográfico récord. Ubicado en las puertas del Sahara, es particularmente vulnerable al régimen de lluvias, que desde siempre hacen que la variación de su nivel sea muy pronunciada. La topografía particularmente llana de su cuenca provoca movimientos espectaculares. Desde 1962, sus aguas bajaron unos cuatro metros y su superficie se redujo en un 90%. Además, a partir de los años 1980, las evoluciones climáticas, como la sequía y las lluvias demasiado débiles, así como también la sobreexplotación de los recursos por parte de los ribereños –el 75% de las aguas habría sido desviado río arriba–, hicieron que su tamaño se redujera a menos de dos mil quinientos kilómetros cuadrados.

A pesar de los esfuerzos desplegados localmente para asegurar una gestión más racional de los afluentes (sobre todo el Chari y el Logone, que se unen en Ndjamena), las necesidades de agua de treinta millones de personas para la alimentación, la pesca, la ganadería, la agricultura, en un contexto de rarefacción, suscitan tensiones y aceleran la desaparición de este recurso fundamental. Importante depósito de biodiversidad para esta región de África, el lago Chad corre el peligro de sufrir la misma suerte que el mar de Aral, en Asia Central. Si no se hace nada podría desaparecer rápidamente...