En Asia-Pacífico, las escaramuzas se multiplican. Sus causas se encuentran en la compleja historia de la región. Pero también existen motivaciones nacionalistas contemporáneas. Entre ellas, la carrera por el petróleo offshore, que no sólo concierne al Mar de China.
La instalación a principios de mayo de 2014 de la plataforma de perforación petrolera HYSY-981 en las aguas en disputa del Mar de China Meridional generó numerosas especulaciones sobre las motivaciones chinas. Para muchos analistas occidentales, Pekín pretendía demostrar de esa manera que podía imponer su control y disuadir a los otros países que codician esas aguas, entre ellos Vietnam y Filipinas, de hacer valer sus reivindicaciones. Esto se inscribe “en el marco de una serie de acciones llevadas a cabo por los chinos en los últimos años para afirmar la soberanía de su país sobre ciertas partes en disputa del Mar de China Meridional”, según Erica Downs, especialista en China de la Brookings Institution (Washington). Éstas, precisa, incluyen entre otras el control del arrecife de Scarborough (un puñado de tierra deshabitado reivindicado por China y Filipinas) y el hostigamiento a repetición de navíos de vigilancia filipinos.
Para otros expertos, estos actos son la expresión legítima de la emergencia de China como potencia regional mayor. Si hasta el momento no estaba en condiciones de proteger sus territorios marítimos, aseguran que hoy es lo suficientemente fuerte para hacerlo. Pero si bien las consideraciones nacionalistas y geopolíticas tuvieron indudablemente un papel esencial en la decisión de instalar HYSY-981, no se debe subestimar el interés más terrenal que presenta esta plataforma para la búsqueda de valiosos yacimientos de petróleo y gas natural...
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