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Despliegue de fuerzas internacionales

La paz ¿por la fuerza o por derecho?

A menudo, el infierno guerrero está lleno de buenas intenciones pacíficas. La novedad reside hoy en cierta banalización del recurso a la fuerza y en el establecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como brazo armado de un orden mundial dictado por los occidentales. La intervención de Kosovo en 1999, decidida sin la autorización del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), preparó la transformación de la OTAN, y para rematar, con cobertura humanitaria. El 23 de septiembre de 2008, en una declaración común que primero se mantuvo en secreto, el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon y el secretario general de la OTAN Jaap de Hoop Scheffer formalizaban esta deriva de la arquitectura onusiana de la seguridad, que la intervención de la Alianza en Libia en 2011 confirmó.

Sin embargo, la Carta de las Naciones Unidas, firmada el 26 de junio de 1945 en San Francisco y concebida en oposición a la guerra, obliga a los Estados a recurrir al arreglo pacífico de las controversias. Su preámbulo lo anuncia de forma clara: “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles…”...

Artículo completo: 221 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de junio 2015
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Gabriel Galice

Presidente del Instituto Internacional de Investigaciones por la Paz (Gipri), Ginebra. Autor, junto a Christophe Miqueu, de Penser la République. La guerre et la paix sur les traces de Jean-Jacques Rousseau, Slatkine, Ginebra, 2012.

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