Y cuando se agota el discurso ¿qué?

Ha fracasado el intento del gobierno de cerrar la brecha entre política y ciudadanía, reparando el marco constitucional vía reformas. De hecho, si la confianza en nuestros políticos está gravemente lesionada ¿qué esperanza existe de recobrar las bases constituyentes de la República? más aún cuando los anuncios para instituir una nueva carta fundamental son ambiguos. Esto pues no se excluye al Congreso Nacional en el proceso y se proclama, en el discurso, una amplia participación ciudadana.

Es un tremendo error político subestimar la situación de indefinición en la cual nos encontramos. En especial cuando existe mucha desconfianza en el ambiente sobre qué aspectos de las reformas constituyen avances y cuáles, en cambio, responden a meros gatopardismos orientados a dejar las cosas tal como están. Si la gente comienza a tomar conciencia que las reformas quedan en manos de una política cooptada por los negocios, entonces la desconfianza ciudadana sólo puede crecer. Ya el año pasado, antes que surgieran los escándalos de corrupción por todos conocidos, la encuesta CEP anunciaba un 6% de confianza ciudadana en los partidos políticos. Es un problema mayúsculo disociar de la mente del ciudadano común, que la política sirve a los intereses mezquinos de ciertos políticos, grandes empresarios y sus cómplices de siempre...