Aunque sólo lleva quince meses en La Moneda el gobierno se nota extenuado y exhausto. A ratos pareciera que ya no puede más. Se le acabó la energía y le abandonó el vigor del primer año. Se parece a un corredor en una cinta de ejercicios, que trota y trota pero no avanza ni un milímetro. Las reformas no prosperan, la promesa de la nueva Constitución se diluye en anuncios de cabildos y “conversaciones con juntas de vecinos y clubes del adulto mayor”. El escenario económico, dificultoso y desafiante, aparece ahora como una montaña inexpugnable, imposible de escalar. La popularidad parece tocar fondo, y la tentación del equipo político es escapar, sacar a la presidenta de “la política”, como si ello fuera posible, para llevarla a tomar desayuno con las señoras de las poblaciones, con la ilusión de mejorar la imagen, aunque no se logre ningún avance en las metas que se deben alcanzar.
Usando la reflexión que nos propone el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han en “La sociedad del cansancio” podemos interpretar que las afecciones que agotan a este gobierno no vienen desde un enemigo externo o extraño. Hasta ahora no ha sufrido ninguna derrota ante la oposición, que aparece mucho peor situada en las encuestas. No hay un contrincante, un “otro”, que desde afuera presuponga una amenaza seria a su poder. Los males de la Nueva Mayoría se asemejan a las neuropatologías, como el estrés, la depresión, la ansiedad o el síndrome de desgaste ocupacional, que nacen desde la interioridad del paciente. El gobierno parece quemado desde adentro, por sus propias ansiedades y angustias vitales, sus contradicciones existenciales, sus choques de voluntades, su incapacidad de definir una hoja de ruta mínima que reduzca la complejidad en la endemoniada tarea de gobernar...
Texto completo en la edición impresa del mes de agosto 2015
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl