Más de mil millones de personas en el mundo tienen alguna discapacidad. Sin embargo, a pesar de sus luchas y los logros alcanzados, sólo recientemente el mundo brindó un reconocimiento expreso a sus derechos fundamentales atendiendo las necesidades y demandas específicas que se derivan de la discapacidad. La aprobación, en el año 2006, de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad representó un hito en la evolución de los derechos humanos y, particularmente, de los derechos de un gran número de seres humanos ausentes por mucho tiempo de las estrategias de desarrollo y de los instrumentos de derechos humanos.
Si analizamos las prioridades que asigna la humanidad a temas de interés global a partir de la evolución de los derechos humanos, las personas con discapacidad han sido de las últimas en llegar a la consideración mundial como un grupo prioritario.
En los distintos debates y evolución de los modelos políticos y socio-económicos de los Estados, las personas con discapacidad estaban ausentes -y continúan estándolo en muchos casos- de las políticas públicas. Más tarde, fueron atendidas de manera progresiva como un ‘grupo vulnerable’ y una ‘carga social’ a la cual el Estado debía hacer frente. El enfoque de derechos humanos fue fundamental para iniciar un cambio de fondo en las políticas dirigidas a acabar con una historia de esta exclusión. Es aquí donde radica -sin duda- la relevancia de la Convención de 2006...
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