Retomar la ofensiva ciudadana frente a la encrucijada en la educación

El 2011 era estudiante secundario, sumergido en la estructura de la educación escolar privada, reconociendo los privilegios que esta tiene y las muchas carencias y desigualdades que provoca. Al año siguiente, ingresé a la Universidad Católica sintiéndome parte de esa generación, una que toma por centralidad la lucha educacional, pero que a su vez es capaz de ponerla en perspectiva, reconociendo que su origen es el modelo político, social y económico que le da vida.

Esa misma generación tiene su expresión dentro de la PUC, casa de estudios que siendo cuna del neoliberalismo ha sido caldo de cultivo no solo para las nuevas figuras de la derecha chilena, sino también para la conformación de diversas expresiones y organizaciones dispuestas a cambiar, desde lo más profundo, nuestra sociedad. Como parte de esa generación de la nueva política transformadora, que aprendió de los errores de la movilización, que reconoció sus aciertos y fortalezas, es que nos enfrentamos a un año clave, probablemente el más importante desde el álgido 2011.

Reconocemos el 2016 como un periodo donde el frenesí de reformas, discusiones y coyunturas determinarán fuertemente el escenario político. Son cuatro las grandes discusiones que marcarán este año clave: la resolución de la Reforma Laboral -que se debería zanjar este mes-, el desarrollo del proceso constituyente, las elecciones municipales y la Reforma a la Educación Superior.

A partir del 2012 el Movimiento Estudiantil comenzó una etapa de acumulación de fuerza interna, que trajo consigo una disputa a nivel de las ideas que hizo frente a los pequeños avances materiales conseguidos en relación a nuestras demandas estructurales. Esta disputa ideológica podríamos resumirla -de manera bastante escueta- en dos grandes ideas: por un lado, la instalación de la concepción de la educación como un derecho social, gratuito y garantizado para todos, donde el negocio y el lucro, no tiene cabida. Además, la emergencia de los Movimientos Sociales y la posibilidad de constituirse como actores políticos legítimos, democráticos y capaces, no solo de instalar grandes inquietudes sociales, sino también de otorgar respuestas y soluciones.

Pero a partir de aquel año y frente a estos cambios, la clase dominante comenzó un periodo de readaptación para anular a estos nuevos actores políticos, buscando aplacar estas necesidades en lo material con medidas superficiales y así generar un halo confuso de satisfacción a nuestras demandas.

Ejemplo de esto es la candidatura de la presidenta Michelle Bachelet. La Concertación se rearticula en un aparente renovado bloque, que incluye a otras fuerzas políticas: la Nueva Mayoría. Esta apuesta genera un programa que tras el rostro de ex dirigentes sociales, intenta demostrar que esta vez puede tomar todas las (...)